Páginas del Café

Hugh Laurie

 Let Them Talk
A Celebration of New Orleans Blues

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RESEÑA EN EL CAFÉ
“Cuando el blues se convierte en confesión”

En un escenario envuelto en penumbras cálidas, donde cada luz parece haber sido colocada con el mimo de quien arregla un altar, Hugh Laurie no interpreta el blues: lo invoca. Let Them Talk – A Celebration of New Orleans Blues no es sólo un concierto, sino una travesía íntima por el corazón de una tradición musical profundamente arraigada en la historia y el dolor, la resistencia y el gozo de una comunidad.

Actor de renombre, Laurie podría haberse contentado con el papel de intérprete ocasional, un visitante educado del templo afroamericano del blues. Pero lo que logra aquí —acompañado por músicos excepcionales como el guitarrista Kevin Breit, el trompetista Allen Toussaint y la inolvidable voz de Irma Thomas— es más bien un acto de comunión. Desde el piano, su instrumento de confesión, Laurie canta no como quien busca exhibirse, sino como quien se ofrece con humildad y devoción.

Lo más notable de este homenaje a Nueva Orleans es que no pretende apropiarse del blues, sino dejarse habitar por él. Laurie no intenta “mejorar” lo que la historia ha hecho sublime; más bien, se convierte en médium de un lenguaje emocional que lo excede. En temas como St. James Infirmary, You Don’t Know My Mind o Tipitina, cada inflexión de su voz revela un compromiso sincero con la tradición. Su acento británico no impide que el mensaje llegue con autenticidad: la tristeza no tiene pasaporte, la pasión no tiene frontera.

Nueva Orleans no aparece aquí como postal exótica, sino como herida viva, como celebración insurgente. El concierto no evita la teatralidad —Laurie es actor, después de todo—, pero esa teatralidad nunca traiciona la música. Más bien la enmarca, la amplifica, la hace vibrar como en un viejo club de la calle Frenchmen, donde el humo, el sudor y las lágrimas se mezclan con las notas del piano y el aliento de las trompetas.

Let Them Talk es, en su esencia, una carta de amor. No una carta ingenua o turística, sino una declaración de respeto, de aprendizaje, de transformación. El blues, esa música que nace de la injusticia y la convierte en belleza, encuentra en Hugh Laurie a un intérprete que escucha antes de hablar, que canta porque algo dentro suyo —y dentro nuestro— necesita decirse.

Y así, entre compases lentos y miradas cómplices, comprendemos que el blues 
no se imita: se vive.

Julio César Pisón
Café Mientras Tanto

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