Páginas del Café

Claudio Baglioni

 Tutto in abbraccio
Roma Stadio Olimpico, 2003


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RESEÑA EN EL CAFÉ
El abrazo como arte total: una liturgia laica en Roma.

Hay conciertos que trascienden la lógica del espectáculo para convertirse en ritos colectivos. Tutto in abbraccio, el monumental evento de Claudio Baglioni en el Estadio Olímpico de Roma en septiembre de 2003, fue exactamente eso: una liturgia laica, un gesto artístico y afectivo que fundió música, cuerpo y comunidad en una experiencia casi mística. En una era marcada por el aislamiento emocional, la hiperconexión digital incipiente y la fragmentación social, Baglioni eligió el símbolo más humano y universal —el abrazo— como núcleo poético y escenográfico de su propuesta.

El escenario circular de 360 grados, situado en el centro del estadio, no era solo una elección técnica: era un manifiesto. Desde allí, el artista se dejaba abrazar por decenas de miles de personas, en una inversión simbólica del concierto tradicional donde el artista observa desde el podio. Aquí, el podio se desdibujaba; el cantante se hacía vulnerable, accesible, parte del abrazo mismo. La disposición circular evocaba tanto el ágora como el anfiteatro, pero también el útero simbólico de una Italia que buscaba reencontrarse con su propia sensibilidad cultural.

Baglioni interpretó durante más de tres horas un repertorio que es ya parte del inconsciente musical italiano: Questo piccolo grande amore, Strada facendo, Avrai, entre muchos otros. Pero lo hizo con nuevos arreglos, entre el pop sinfónico, el intimismo y lo teatral. La voz, aún cálida y precisa, era solo uno de los hilos que tejían esta urdimbre emocional; el otro era el silencio compartido, las miradas, las pantallas gigantes que proyectaban palabras, rostros, paisajes de una Roma real y onírica a la vez.

En Tutto in abbraccio, Baglioni no solo ofreció un concierto: propuso un modelo de relación estética y ética con el público. En un tiempo de posmodernidad líquida, este gesto de abrazar —y dejarse abrazar— reconfigura al artista como figura permeable, no distante ni inalcanzable. El espectáculo se convierte así en un acto de resistencia afectiva, una reafirmación de que el arte popular todavía puede ser lugar de encuentro, de belleza y de consuelo.

Este concierto, además, es inseparable del contexto italiano de comienzos de los 2000: una Italia atravesada por la inestabilidad política, el regreso de discursos populistas, el desencanto ciudadano. En ese clima, Tutto in abbraccio fue también un llamado a la esperanza, a la memoria compartida y a la reconstrucción de vínculos. Baglioni no predicó ideologías: propuso una poética de la cercanía. Y quizás por eso el evento sigue resonando más de veinte años después, como un hito no solo musical, sino profundamente cultural.

Porque en tiempos donde todo parece fragmentarse, Baglioni nos recordó —con música, palabras y cuerpo— que un abrazo puede ser también una forma de arte, una patria momentánea, un acto de resistencia íntima frente al olvido.


Julio César Pisón
Café Mientras Tanto