Cafetín de Buenos Aires
-------------------------------------
RESEÑA
Arrabal en 33 ⅓ rpm: la sombra y la voz del tango eterno.
Hay discos que suenan como si alguien abriera una vieja ventana de madera —con bisagras que crujen igual que la memoria— y dejara entrar el aire helado de la madrugada porteña. Cafetín de Buenos Aires, encuentro cumbre entre el bandoneón de Aníbal Troilo y la garganta de bajo profundo de Edmundo Rivero, es precisamente eso: una bocanada de nostalgia que avanza desde los surcos y se instala en el centro del pecho, donde laten las contradicciones del tango.
Desde el primer bandoneonazo en “Sur”, el LP propone un viaje por las ruinas doradas de la ciudad mítica que Homero Manzi soñó a contraluz. Troilo —“Pichuco” para los íntimos— recoge cada esquina, cada adoquín, y con un fraseo minimalista, casi confidencial, hace del silencio un compañero de compás. Rivero responde con una voz que se agrieta como empedrado húmedo, revelando que la melancolía no es debilidad sino temple de acero. En “Cafetín de Buenos Aires”, la letra de Discépolo anticipa el exilio interior de quienes crecieron “mezcla milagrosa de sabiondos y suicidas”; Troilo estira las respiraciones hasta rozar el bolero y Rivero arremete con la dicción lenta del que ha visto demasiado.
La primera cara del vinilo se cierra con “Los ejes de mi carreta”, milonga provinciana que señala otro rasgo del tándem: la capacidad de convertir la austeridad criolla en un episodio urbano, como si los ejes chirridos del carro vagaran por Avenida Corrientes detrás de un sueño roto. Aquí Troilo marca acentos con un bandoneón casi percusivo, subrayando el estoicismo de Atahualpa Yupanqui, mientras Rivero esculpe la desidia orgullosa del gaucho errante.
Al girar el disco, “Mi noche triste” trae de vuelta la sombra fundacional de Gardel y Contursi; sin embargo, Troilo rehúsa la tentación de recrear el pasado y opta por tensar las disonancias —breves, medidísimas— que presagian la modernidad de Piazzolla. Rivero, en cambio, abraza la tradición con un fraseo elongated que permite degustar cada sílaba como un sorbo de ginebra destartalada en bar notable.
Entre valses recónditos (“La viajera perdida”), tangos de despecho (“Tu pálido final”) y milongas negras (“Milonga en negro”), el repertorio desborda el canon para construir un mapa afectivo donde conviven Federico, Discépolo, Yupanqui y Manzi; todos convocados por Troilo como fantasmas capaces de dialogar entre sí. Rivero les presta cuerpo y carne, pero también distancia: su voz grave instala un tiempo suspendido, un eco de arrabal que sobrevive justo cuando la dictadura de lo nuevo amenaza con silenciarlo todo.
Al final, cuando los fuelles se apagan y Rivero deja caer la última consonante de “Una lágrima tuya”, queda la sensación de haber recorrido una Buenos Aires imaginaria, dilatada en la memoria popular. El LP no es simple arqueología sonora: es un manifiesto sobre la permanencia de la tristeza compartida, esa herida dulce que vuelve a abrirse cada vez que un bandoneón resopla.
"Troilo y Rivero nos recuerdan que el tango no murió; solo cambió de mesa dentro del mismo cafetín, esperando que alguien vuelva a poner la moneda para girar el mundo en 33 revoluciones por minuto."
Julio César Pisón
Café Mientras Tanto
#Discos #Tango #TangoEterno #TroiloRivero #CafetínDeBuenosAires #Bandoneón #Arrabal #MúsicaRioplatense #CaféMientrasTanto #JulioPisón
TEMAS-
01.- Sur
02.- Cafetín de Buenos Aires
03.- Yira Yira
04.- Yo Te Bendigo
05.- El Ultimo Organito
06.- Los Ejes de Mi Carreta
07.- Mi Noche Triste
08.- Tu Pálido Final
09.- Carnaval
10.- A Unos Ojos
11.- La Mariposa
12.- El Milagro
13.- La Viajera Perdida
14.- Tu
15.- Miriñaque
16.- Tu Perro Pekinés
17.- Como Tu
18.- Tapera
19.- Una Lágrima Tuya
20.- Milonga En Negro