Concert Shoreline
California (1986)
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RESEÑA EN EL CAFÉ
El 19 de julio de 1986, bajo el cielo estrellado de Mountain View, California, el legendario guitarrista Carlos Santana y su banda tomaron el escenario del Shoreline Amphitheatre para ofrecer un concierto que resonaría en la memoria de los asistentes como una celebración de la fusión musical y la energía espiritual. Con un ambiente cálido y una audiencia diversa —desde seguidores de la era hippie hasta jóvenes atraídos por el magnetismo de su sonido—, la noche prometía ser un viaje a través del tiempo y los géneros.
**La magia de Santana en vivo**
Desde los primeros acordes de *"Black Magic Woman"*, el público se entregó a la hipnótica combinación de rock, jazz y ritmos latinos que define a Santana. La guitarra de Carlos, con su tono característico y fraseos llenos de alma, fue el eje central, pero el verdadero poder radicó en la sinergia de la banda. Los percusionistas —entre ellos, el maestro Armando Peraza y el baterista Chester Thompson— crearon una base rítmica imparable, mientras las teclas de David K. Mathews añadían capas de jazz y funk.
El setlist fue un equilibrio entre clásicos y material más reciente. Temas como *"Oye Como Va"* y *"Evil Ways"* desataron eufóricas reacciones, con el público coreando cada palabra y bailando al ritmo de las congas. Canciones de *Beyond Appearances* (1985), como *"Hold On"* y *"Resistance"*, demostraron que Santana seguía innovando, mezclando sintetizadores ochenteros sin perder su esencia.
**Momentos destacados**
Un punto álgido llegó con *"Europa (Earth’s Cry Heaven’s Smile)"*, donde la guitarra de Santana, acompañada de un solo de violín, elevó la emoción a niveles casi místicos. La conexión con el público fue palpable: Carlos sonreía, cerraba los ojos y dejaba que la música fluyera, mientras miles de brazos se alzaban al unísono.
Otro instante memorable fue la interpretación extendida de *"Soul Sacrifice"*, que recordó la épica presentación de Woodstock. Los solos de percusión y la intensidad colectiva de la banda llevaron al público al éxtasis, demostrando que, incluso después de dos décadas, Santana seguía siendo dueño del escenario.
**Legado y atmósfera**
El Shoreline Amphitheatre, con su entorno al aire libre y su acústica impecable, fue el marco perfecto para una noche que mezcló nostalgia y modernidad. La diversidad generacional del público reflejó el alcance transgeneracional de Santana: desde parejas que recordaban los 60 hasta adolescentes descubriendo la magia del *"smooth Latin rock"*.
Aunque la banda había experimentado cambios en su formación desde sus inicios, la esencia seguía intacta. Carlos Santana, con su humildad y pasión, guió a la banda con una autoridad tranquila, recordando que su música trasciende épocas y tendencias.
**Conclusión**
El concierto de 1986 no fue solo un espectáculo, sino una experiencia espiritual. Santana demostró que su fusión de culturas y géneros no solo perduraba, sino que seguía evolucionando. Para quienes tuvieron la suerte de asistir, aquella noche en el Shoreline quedó grabada como un testimonio del poder unificador de la música, donde cada nota era una plegaria y cada ritmo un latido compartido.
Gracias por vuestra atención! Hasta el próximo Conierto!
Julio César Pisón
Café Mientras Tanto
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