Páginas del Café

Los falsificadores (2007)

 Título original: Die Fälscher
País: Austria 
Dirección: Stefan Ruzowitzky
Idioma: Alemán con subtítulos en Español

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RESEÑA
Una paradoja entre la supervivencia y la conciencia

En el corazón de los campos de concentración nazis, mientras la muerte se convertía en un telón de fondo constante, un pequeño grupo de prisioneros judíos fue seleccionado para ejecutar la mayor operación de falsificación monetaria de la historia. Los falsificadores, dirigida por Stefan Ruzowitzky y basada en la historia real de la Operación Bernhard, traza el dilema ético de aquellos que sobrevivieron gracias a su talento, sabiendo que sus habilidades servían a la maquinaria nazi.

La película encuentra en su protagonista, Salomon “Sally” Sorowitsch (extraordinaria actuación de Karl Markovics), un eje dramático singular: un artista del fraude que se convierte en símbolo de resistencia ambigua. Sorowitsch no es un héroe tradicional. No busca el sacrificio ni la gloria; su brújula moral, como las planchas que graba, se deforma en la necesidad. Pero es precisamente esa ambigüedad la que da densidad a la historia: ¿es más heroico morir por principios o sobrevivir sabiendo que se traiciona algo más grande?

Ruzowitzky opta por una dirección contenida, casi íntima. No se recrea en el horror, sino que lo sugiere, lo encierra entre paredes frías y silencios duros. La fotografía apagada y granulosa transmite claustrofobia moral. Hay una tensión constante entre la precisión técnica del trabajo de los prisioneros y la brutal improvisación de su entorno. Falsifican libras esterlinas y dólares como si se tratara de una forma secreta de seguir vivos, pero también —y esto es lo más inquietante— como si el arte de la falsificación les ofreciera una fugaz ilusión de libertad.

El film rehúye el sentimentalismo y opta por una sobriedad que multiplica el impacto emocional. La pregunta no es si los personajes hicieron bien o mal, sino qué queda de la ética cuando la vida se reduce a no morir. La escena final, ambientada en una Montecarlo postguerra, lejos del humo y los alambres, cierra el círculo: Sorowitsch, libre, sigue siendo un hombre atrapado.

Falsificar para vivir. ¿Pero qué se falsifica realmente? ¿El dinero o el alma?

La estética del dilema

– Julio César Pisón, Café Mientras Tanto

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