Páginas del Café

Indochina (1992)

 Título original: Indochine
País: Francia - Dirección: Régis Wargnier
Idioma: Doblada al Español

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RESEÑA
Cuando el amor y la historia cruzan sus caminos, nada vuelve a ser como antes.

“Indochina” es un fresco majestuoso de amor, colonización y pérdida, donde lo íntimo y lo político se entrelazan con una sensibilidad profundamente francesa. Ganadora del Óscar a Mejor Película Extranjera en 1993, la cinta de Régis Wargnier ofrece una mirada romántica —y a veces culpable— sobre la retirada francesa de la Indochina colonial, centrada en la relación entre una madre adoptiva francesa y su hija vietnamita.

Elise (Catherine Deneuve), dueña de una plantación de caucho, adopta a Camille (Linh Dan Pham), hija de nobles locales. Lo que en principio parece un gesto maternal cargado de afecto pronto se revela como un acto simbólico del dominio occidental. Con el correr de los años, ambas mujeres se ven atraídas por el mismo oficial naval, Jean-Baptiste (Vincent Perez), y la tensión íntima se vuelve un reflejo de la tensión social y política del país: el amor y el deseo enfrentados al deber, la sangre y la nación.

Deneuve construye un personaje contenido y dolido, anclado en la nostalgia, y cuya mirada nos introduce en un mundo que se desvanece. Pero es Camille quien encarna la metamorfosis histórica: de hija obediente a figura de resistencia, su trayecto no es solo personal, sino colectivo. La película, entonces, no solo narra el colapso de un imperio, sino también el surgimiento de una nueva identidad asiática —fértil, combatiente, propia.

Visualmente exuberante, el film combina el exotismo del trópico con la elegancia trágica de una Europa decadente. La música de Patrick Doyle envuelve cada escena con un aire de elegía, y el ritmo pausado permite que cada emoción madure como fruta bajo el calor húmedo del sudeste asiático.

“Indochina” no es un juicio histórico, sino una elegía por un tiempo perdido, teñida de belleza, culpa y deseo. A través del cuerpo de una mujer, de una hija, de una tierra, se disputa la pertenencia. Y el cine —como la memoria— no redime, pero sí nos obliga a mirar.

Julio César Pisón
Café Mientras Tanto

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