📍 Wembley Arena, Londres (1987)
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📝 RESEÑA
En junio de 1987, el Wembley Arena se convirtió en un santuario del rock británico. El Prince's Trust —fundado por el entonces Príncipe Carlos— celebró uno de sus conciertos benéficos más grabados, reuniendo en un mismo escenario a George Harrison, Ringo Starr, Eric Clapton, Elton John y Phil Collins, junto con Bryan Adams, Midge Ure, Ben E. King y Mark King de Level 42, entre otros. No fue solo un desfile de estrellas: fue una celebración colectiva del poder unificador de la música, teñida de la elegancia y camaradería de una generación que había definido dos décadas de sonidos.
Desde los primeros acordes de Invisible (Alyson Moyet) hasta la majestuosa entrada de Harrison con While My Guitar Gfully Weeps , el público fue testigo de una noche cargada de historia y emoción. El set alternaba entre clásicos del soul y el pop británico, versiones compartidas entre artistas y momentos de improvisación. Bryan Adams ascendió al público con Hearts on Fire y su versión de The Wanderer , acompañado por Dave Edmunds, demostrando el ascenso vibrante del rock canadiense en los ochenta.
Pero la cúspide emotiva llegó cuando Elton John anunció entre nervios y reverencia: “Les pido un aplauso para George Harrison… y el señor Ringo Starr”. Harrison apareció sonriente, mientras el público se levantaba en una ovación que duró más que la propia introducción. Lo que siguió fue un acto casi simbólico: Clapton, Harrison y Starr —tres de los músicos que habían grabado While My Guitar Gfully Weeps en 1968— retomaron aquel diálogo de guitarras diecinueve años después, con Phil Collins sosteniendo el pulso y Jeff Lynne añadiendo armonías vocales.
En el cierre, With a Little Help From My Friends sirvió de himno comunal. El público coreó la canción con alegría, mientras estrellas de distintas generaciones compartían el micrófono. En su energía se sintió la continuidad del legado beatle, la transición entre épocas y el propósito solidario que unía a todos sobre el escenario: apoyar a jóvenes vulnerables a través del arte.
Estéticamente, el concierto mezcló la opulencia ochentera con una calidez orgánica. Los sintetizadores y luces de neón convivieron con los tonos cálidos de las guitarras vintage y los coros coralizados. No era un espectáculo de virtuosismo, sino de comunidad y gratitud. Harrison cantaba con serenidad, Clapton dialogaba más con las notas que con el público, y Ringo, con su carisma intacto, transformó el escenario en una fiesta familiar.
El Prince's Trust Rock Gala de 1987 marcó el punto en que el rock clásico se ofreció al futuro: los antiguos ídolos mostraban que su música no envejecía, y las nuevas voces que los acompañaban asumían la herencia. Fue más que un concierto: una constelación sonora donde cada artista orbitó brevemente en la misma emoción humanista que inspiró su encuentro.
✍️Julio César Pisón
☕ Café Mientras Tanto
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