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Madonna

 Ciao Italia Live (Who´s That Girls Tour) 1987

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RESEÑA
Un grito de libertad pop bajo el cielo de Roma

En el verano de 1987, Madonna se sube a un escenario romano envuelta en un torbellino de luces, erotismo y transgresión. Ciao Italia: Live from Italy, el registro audiovisual de su gira Who’s That Girl Tour, no es solamente un concierto: es un manifiesto visual que anticipa, con casi tres décadas de antelación, el estallido performático del pop global. En una época en que las mujeres aún tenían que pedir permiso para desear, para bailar, para decidir sobre su cuerpo o su religión, Madonna se arrodilla ante una cruz... y luego se levanta para dominarla.

A medio camino entre el espectáculo y la provocación, entre la procesión católica y la fiesta disco, este concierto es la primera gran liturgia laica del siglo pop. Consciente de su personaje y del deseo que lo rodea, Madonna convierte el escenario romano en una pasarela de empoderamiento, en una pasarela de guerra. Su cuerpo no es solamente un cuerpo sexualizado: es una herramienta de poder, un símbolo político que atraviesa los límites del género y la moral. Con cada movimiento, reescribe la figura de la mujer en la industria musical, desplazando el relato del “ángel del hogar” para instalar el de la guerrera, la reina, la apóstata.

El setlist es un recorrido por su ascenso meteórico: de la alegría bailable de Holiday al romanticismo sintético de Live to Tell, pasando por los himnos feministas camuflados como Papa Don’t Preach o Like a Virgin. Pero más allá de las canciones, lo que permanece es la puesta en escena. Madonna no canta desde un lugar de sumisión ni de nostalgia: canta desde el futuro, como una figura mitológica que hubiese logrado escaparse de los cuentos que siempre terminaban mal para las mujeres. Su danza es una afirmación del cuerpo como territorio de goce, pero también como arma política.

El público italiano —frenético, hipnotizado, devoto— es testigo de un momento fundacional: el instante en que el pop deja de ser una distracción para convertirse en una forma de disidencia. No es casual que haya elegido Roma: en el corazón del catolicismo, Madonna se erige como la gran hereje pop del siglo XX. No pide permiso ni perdón. Se confiesa bailando. Y en ese gesto, en ese ritmo encendido bajo el cielo romano, hace temblar los altares y las fronteras de la música.

Ciao Italia no es sólo el testimonio de un concierto legendario. Es el evangelio según Madonna. Un canto de guerra y libertad, envuelto en lentejuelas, crucifijos y deseo.

Julio César Pisón
Café Mientras Tanto

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