Livestream Leverkusener Jazztage 2022
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📝 RESEÑA
El heavy metal se disuelve en humo azul: cuando Sabbath se vuelve swing
Jazz Sabbath no es una broma. O, al menos, no es solo una. Bajo el traje sobrio del trío jazzero liderado por el teclista Adam Wakeman (hijo de Rick Wakeman de Yes), se esconde una verdadera relectura musicológica de Black Sabbath como si fueran standards del bop o del cool jazz. En el Livestream del prestigioso festival Leverkusener Jazztage de 2022, la formación británica desplegó un set hipnótico que cruzó con virtuosismo los bordes entre el metal y el jazz sin forzar la fusión: más bien, liberando las melodías ocultas bajo las capas distorsionadas del Sabbath original.
La premisa es simple y radical: tocar temas icónicos como “Iron Man”, “War Pigs” o “Children of the Grave” sin guitarra, sin distorsión, sin voz, y sin perder un ápice de tensión. Y lo logran. Wakeman, con un piano eléctrico que parece hablar, convierte riffs en progresiones armónicas fluidas. El contrabajo de Jerry Meehan y la batería de Ash Soan marcan un pulso profundo, flexible, sin perder el carácter ominoso que hacía de Sabbath un animal único.
Pero aquí no hay guiños nostálgicos ni caricaturas estilizadas: el trío actúa como si estos temas siempre hubieran sido parte del Great American Songbook. El resultado es inquietante y elegante a la vez. Lo que en su forma original era rebelión y oscuridad, aquí se transforma en contemplación y misterio. Como si las sombras eléctricas de Birmingham hubieran encontrado un eco en los clubes humeantes de Nueva York.
Este concierto no es una curiosidad: es una tesis sonora, una provocación artística que demuestra que el lenguaje del jazz es capaz de absorber cualquier materia, incluso la más pesada. Jazz Sabbath propone una arqueología invertida: no excava en el pasado del jazz para renovarlo, sino que toma otro género, lo decanta, y lo devuelve como si siempre hubiera pertenecido a ese linaje.
El Leverkusener Jazztage, con su impecable producción y el respeto de un público que escucha con devoción casi religiosa, fue el escenario ideal para esta experiencia atípica. No hubo bises ruidosos ni solos interminables: solo un crescendo de intensidad elegante y desconcertante.
Oscuridad en clave menor: el metal que respira jazz
– Julio César Pisón
Café Mientras Tanto
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