Los dueños del mundo
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Reseña de la Editorial
Los amigos del barrio. La época en que la vida entera se presenta por delante. Héroes de carne y hueso. Aventuras. En este libro Eduardo Sacheri convoca a sus amigos, mediante una interesante amalgama entre la ficción y la realidad. El fútbol, las carreras en bicicleta, los rompeportones en Navidad y las tensiones entre barras; carnavales, personajes ilustres y algunos mitos del barrio. No se sabe dónde terminan los hechos reales y empieza la fantasía. Allí reside el encanto. Las palabras se transforman en una cámara que proyecta imágenes de un grupo de amigos que vive la epopeya de saberse los dueños del mundo. Hay un momento en la vida en que sentís que el mundo es todo tuyo.
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RESEÑA EN EL CAFÉ
Visión General:
"Los dueños del mundo" de Eduardo Sacheri es una colección de relatos semi-ficticios que evocan la infancia y adolescencia del autor junto a sus amigos en el barrio de Castelar, Argentina, durante los años posteriores al Mundial de Fútbol de 1978. El libro se presenta como una mezcla nostálgica de recuerdos reales y elementos de ficción, donde las aventuras cotidianas de un grupo de amigos se magnifican hasta adquirir tintes épicos. Los temas centrales incluyen la amistad, el sentido de pertenencia al barrio, las travesuras infantiles, la búsqueda de emociones, y la percepción del mundo como un lugar propio durante esa etapa de la vida. Sacheri utiliza un lenguaje coloquial y cercano, impregnado de humor y afecto por sus recuerdos y sus compañeros de aventuras.
Temas Principales e Ideas Clave:
La Amistad como Pilar de la Infancia: El libro celebra la intensidad y la importancia de las amistades de la infancia. Los amigos del barrio son presentados como "héroes de carne y hueso" que comparten "aventuras" y vivencias que marcan una época en la que "la vida entera se presenta por delante". La fuerza del grupo y la lealtad entre ellos son evidentes en todas las historias. El epílogo revela la profundidad de estos lazos, especialmente en un momento difícil para el autor: "Cuando yo tenía diez años se murió mi papá. [...] Gracias a Dios, conocí a mis amigos. Ellos me ayudaron a curarme esa soledad."
El Barrio como Universo Propio: Castelar se erige como el escenario principal y un personaje en sí mismo. El barrio y sus elementos (calles, baldíos, la vía del tren, la laguna improvisada) definen el mundo de los niños y son el telón de fondo de sus hazañas. Existe un fuerte sentido de pertenencia y una visión idealizada del entorno: "Nos parecía que el Club Morón era maravilloso, que la esquina de Guido Spano y Blanco Encalada era estupenda y que Castelar era el mejor lugar del mundo."
La Difusa Línea entre Realidad y Ficción: Sacheri advierte desde el prólogo que el libro no dice "la verdad" de manera estricta. Se trata de una amalgama donde los hechos reales se entrelazan con la fantasía, los recuerdos se embellecen y se mezclan con lo que pudo haber sido: "Sin embargo, casi todo lo que se cuenta en este libro es verdad. Pero es ese “casi” el que lo cambia todo." Esta mezcla permite al autor proteger la privacidad de sus amigos y dar rienda suelta a la nostalgia y la evocación.
La Epopeya de Ser "Dueños del Mundo": El título del libro encapsula la sensación que experimentan los niños y adolescentes de que el mundo les pertenece. Las actividades cotidianas, por triviales que parezcan desde la perspectiva adulta (jugar al fútbol en la calle, hacer carreras en bicicleta, poner piedras en la vía del tren), se viven con una intensidad y trascendencia propias de una "epopeya". "Hay un momento en la vida en que sentís que el mundo es todo tuyo."
Las Travesuras y la Búsqueda de Emoción: Las historias están llenas de las típicas travesuras de la infancia y la adolescencia, a menudo acompañadas de una cierta dosis de riesgo e inconsciencia. Desde las carreras en bicicleta casi fatales hasta la destrucción de la vereda recién hecha y los experimentos con petardos, los amigos buscan emociones y desafíos en su entorno cotidiano. "Evoco nuestra imagen y debo reconocerle un costado intimidante. Veinticinco chicos en bicicleta, [...] lanzados a todo pedaleo como almas que persigue el diablo y sin la menor voluntad para tolerar obstáculos humanos..."
La Percepción de la Muerte y el Peligro: En esta etapa de la vida, la muerte y el peligro parecen algo lejano, perteneciente al mundo de los adultos o a las películas: "No nos parábamos a considerar que esa liturgia reiterada pudiese encarnar un peligro para nadie. La muerte era, entonces, algo que solo sucedía en los diarios o en las películas de guerra." Esta inconsciencia contribuye a la audacia de sus travesuras.
La Nostalgia y la Reconstrucción del Pasado: El libro está impregnado de una profunda nostalgia por esos años. Sacheri no solo relata los hechos, sino que también reflexiona sobre la inocencia, la intensidad y la camaradería de esa época. La decisión de alterar ligeramente la verdad en los recuerdos subraya el deseo de embellecer y preservar esa etapa: "¿existe alguna utilidad mejor, para nuestros recuerdos, que embellecer las acciones de aquellos a quienes hemos amado?"
El Humor como Elemento Narrativo: El humor es una constante en la narración, incluso al relatar situaciones potencialmente peligrosas o conflictivas. La mirada retrospectiva del autor añade una capa de ironía y ligereza a las anécdotas.
Personajes y Elementos Recurrentes:
El Narrador (Eduardo Sacheri): Se presenta como parte del grupo, recordando y narrando las vivencias. Su perspectiva es la que guía al lector a través de los recuerdos, con reflexiones personales y comentarios humorísticos.
Los Amigos (Sergio, Nicolás, Esteban, Darío, Carlitos, Miguel y otros mencionados): Cada uno aporta su propia personalidad y participa activamente en las aventuras del grupo. Sus interacciones y dinámicas son fundamentales para el desarrollo de las historias.
El Padre del Narrador: Se destaca por su ferviente odio hacia los colectivos y su disposición a enfrentarse a los colectiveros en caso de accidente.
Alejandrito Miranda: Representa al vecino malhumorado que intenta frustrar la diversión de los chicos.
La Vía del Ferrocarril Sarmiento: Un lugar prohibido pero atractivo para los juegos y experimentos de los niños.
La Calle Guido Spano: Un escenario de peligros inesperados debido a la imprudencia de conductores y colectiveros.
La Laguna Improvisada: Un inesperado espacio de juego y aventura surgido de la negligencia en la pavimentación de una calle.
Citas Destacadas:
"Hay un momento en la vida en que sentís que el mundo es todo tuyo."
"Sin embargo, casi todo lo que se cuenta en este libro es verdad. Pero es ese “casi” el que lo cambia todo."
"En mi barrio, por supuesto, todos éramos hinchas del dos treinta y ocho, y reconocíamos cada interno [...] a dos o tres cuadras de distancia. Verdaderos peritos en la materia."
"Cruzaban esa esquina como si lo único que pudieran tener por delante fuera el porvenir." (Refiriéndose a los colectivos)
"Estos chicos deben tener un Dios aparte." (Comentario de las vecinas ante sus travesuras en bicicleta)
"¿existe alguna utilidad mejor, para nuestros recuerdos, que embellecer las acciones de aquellos a quienes hemos amado?"
"Cuando yo tenía diez años se murió mi papá. [...] Gracias a Dios, conocí a mis amigos. Ellos me ayudaron a curarme esa soledad."
"Eso, ni más ni menos, es lo que les debo a mis amigos. Y es tanto, que nunca voy a poder pagarles todo lo que les debo. Escribir este libro es, me parece, una manera chiquita de decirles gracias."
Conclusión:
"Los dueños del mundo" es un libro que captura la esencia de una época a través de la mirada nostálgica y afectuosa de Eduardo Sacheri. A través de anécdotas llenas de humor y camaradería, el autor invita al lector a revivir la intensidad de la infancia y la adolescencia, donde la amistad, el barrio y las travesuras se entrelazan en la construcción de recuerdos imborrables. La mezcla consciente de realidad y ficción añade una dimensión poética a la narración, resaltando la forma en que la memoria moldea y embellece el pasado. En última instancia, el libro es un homenaje a la amistad y a esos años en los que un grupo de amigos se sentía, legítimamente, dueño del mundo.
Gracias por vuestra atención!
Julio César Pisón
Café Mientras Tanto
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