Supernatural
Live in Tokyo (2000)
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RESEÑA
Luz en la oscuridad: Santana y el latido espiritual de la guitarra.
En el año 2000, cuando el mundo parecía temerle al milenio más que a la música, Carlos Santana subía al escenario del Supernatural Live como si llevara siglos preparándose para ese instante. El concierto, registrado en vivo durante su gira triunfal tras el éxito apabullante del álbum Supernatural (1999), no fue solo una celebración de ventas y premios: fue la consagración de un chamán sonoro, un puente entre culturas, generaciones y latidos.
La guitarra de Santana no toca: invoca. Desde los primeros compases, ese sonido redondo, terso, cargado de espiritualidad mestiza, se abre camino entre solos de percusión, voces en español e inglés, y una puesta en escena que fusiona lo tribal con lo contemporáneo. La mezcla es más que mestizaje: es sincretismo emocional. Supernatural Live no es un concierto al uso, sino una ceremonia donde la música se convierte en rezo, resistencia y redención.
Con invitados como Rob Thomas en “Smooth” o Dave Matthews en “Love of My Life”, Santana diluye los límites entre el pop, el rock, el jazz y los ritmos afrolatinos. Pero su verdadera alquimia está en la forma en que escucha y hace hablar a su guitarra: como un corazón que tiembla y canta. No hay nota que no esté cargada de vida. En “Black Magic Woman”, esa vieja hechicera del repertorio, revive con una sensualidad atemporal; en “Corazón Espinado” junto a Maná, el dolor se vuelve fiesta; en “Oye Como Va”, el homenaje a Tito Puente se siente como un guiño entre padres del ritmo.
Más que un artista virtuoso, Santana se comporta como un canal. Mira al cielo, cierra los ojos, sonríe con humildad, y entonces, toca. Cada interpretación es una entrega. No hay arrogancia: hay fe. Como si su guitarra hablara directamente con lo divino, traduciéndolo para nosotros con una claridad que emociona.
Lo político en Santana no está en el discurso directo, sino en su propuesta estética: un latino que lidera una banda multicultural y conquista el mundo con un idioma sonoro profundamente mestizo. Frente a la homogeneidad que la industria musical empuja, Santana insiste en lo híbrido, lo colectivo, lo espiritual. Y Supernatural Live encarna ese gesto: una comunión de cuerpos, culturas y almas bajo la bandera del ritmo.
En un tiempo donde los conciertos se diseñan como espectáculos tecnológicos, Santana nos recuerda que basta una guitarra, una vela encendida y una fe intacta para levantar a un pueblo entero. Porque cuando Carlos toca, no suena la guitarra. Suena la vida.
Julio César Pisón
Café Mientras Tanto
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